Hoy os traigo una reflexión del libro «los cuatro acuerdos» del Dr. Miguel Ruíz, seguro que no os dejará indiferentes:
Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo: «Maestro, si medito cuatro horas al día ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?». El maestro le miró y le respondió: «Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años».
El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: «Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?»
El maestro le miró y el respondió: ¿Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años».
«Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?» Preguntó el hombre.
El maestro contestó: «No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas, y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz».
Os aseguro que en mi experiencia personal me he agobiado por intentar alcanzar cosas u objetivos antes de tiempo, olvidándome de que lo estaba haciéndolo porque me apasionaba y de la verdadera esencia. La danza oriental no fue una excepción, aprender a aislar partes de mi cuerpo sin moverlas al mismo tiempo, conocer la coordinación, el ritmo y hacerlo todo de forma armoniosa y disfrutando del momento fue todo un reto. Pero llegó un momento en el que mi mente dejo de pensar y de exigirse, y fue en ese preciso instante en el que logré fluir, disfrutando de mi baile y de mi esencia.
«Es paso a paso como se logra bailar. Haz lo máximo que puedas, y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que bailes, puedes vivir, amar y ser feliz bailando».