El otro día una amiga compartió conmigo este texto, seguramente ya lo habéis leído alguna vez, pero en esta ocasión lo diferente es mi aportación.
Hay una tribu africana que tiene una hermosa costumbre.
Cuando alguien hace algo que consideran incorrecto, ellos llevan a la persona al centro de la aldea y toda la tribu viene y lo rodea. Durante dos días, ellos le dicen todas las cosas buenas que él ya ha hecho.
Se dice que esta gente piensa que todo ser humano viene al mundo como un ser bueno. Cada uno de nosotros, deseando seguridad, amor, paz y felicidad, pero a veces, en la busca de esas cosas, las personas cometemos errores.
La comunidad ve aquellos errores como un grito de ayuda.
La tribu se reúne para reconectarlo, recordándole quien es realmente, hasta que él recuerde su verdad, de la cual se había desconectado temporalmente: “Yo soy bueno”.
Sawabona es un saludo usado en África del Sur y quiere decir: “Yo te respeto y te valoro. Eres importante para mí.”
A esta frase, las personas responden Shikoba que significa: “Entonces, yo existo para ti.”
¿Preciosa tradición verdad?
Por suerte estamos recuperando tradiciones perdidas como ésta. Cada vez más, el perdón y la comprensión forman parte del día a día. Como ya he comentado en otras ocasiones, si alguien nos lastima, nos hace daño, no fue su intención, lo hizo lo mejor que sabía hacerlo, con los recursos que tenía en ese momento. Perdónale y perdónate, hay una medicina que cuanto más la das, más se crea y más cura, se llama «Amor».
La danza oriental tiene su origen en la práctica de sacerdotisas, las mujeres se reunían danzando y daban las gracias por la fertilidad, fecundidad y el alumbramiento. Con el paso del tiempo, la competitividad se ha introducido en esta danza, dejemos la competitividad de lado y recordemos que hemos nacido para bailar juntos desde la armonía y la comprensión.
Fuente imagen: http://www.marca.com
Cada día, por suerte, estamos recuperando lo ancestral, sagrado, los ritos, las mujeres de hoy en día nos estamos encontrando cada vez más con nostras mismas, escuchando esa voz interior que durante un tiempo permaneció dormida, liberando nuestro verdadero «ser», creador y sanador.
Dancemos mujeres del mundo, como en las antiguas tradiciones, en tribu, alrededor del fuego, transmitiendo energías de sabiduría, salvando a la madre tierra de tanto dolor y sufrimiento.
Que mejor forma de terminar que con esta canción que nos recuerda que la cooperación entre mujeres es la mejor forma de avanzar y crecer.